Mesalina, ninfómana y prostituta imperial

Un jueves de finales de mayo se nos planteó una pregunta en el Anyway (gran sitio, algún día hablaré de él): "¿Quién era la esposa del emperador Claudio?". Constaté que no tenía ni puta idea del tema y les dije a mis amigos que contestáramos "Valeria", por ser el nombre que tendrían las hijas de los nobles de la gens Valeria, como cierto Marco Valerio Mesala que recordaba había sido cónsul en épocas anteriores. No nos dieron por buena la respuesta, evidentemente. Y eso, unido a que también hubo una pregunta acerca del autor del libro Yo, Claudio, me incitó a comprarlo.






Leí Yo, Claudio y su continuación, Claudio el dios y su esposa Mesalina, ambos de Robert Graves. El primero tiene fama y es muy bueno, de él se han hecho películas y series, una de la BBC de gran calidad. Lo recomiendo a todo el mundo. EL segundo sólo lo recomiendo a gente que le interese mucho el tema, me pareció más pesado y menos brillante.

El caso es que así aprendí un poco más sobre la época imperial. Octavio Augusto fue el primer emperador, y le sucedieron Tiberio, Calígula y Claudio. Este último era tomado por el tonto de la familia cuando realmente era un friki pedante y tartamudo que se hacía pasar por tonto para sobrevivir en una familia donde los lazos de sangre te podían llevar de cabeza a la pira funeraria. Sobrevivir siendo un hombre maduro perteneciendo a la familia imperial requirió de múltiples filigranas por parte de Claudio, y más aún bajo la tiranía de un loco como Calígula (ya hablaré sobre él en otra entrada).

Tuvo un total de cuatro esposas, siendo la más famosa de ellas Mesalina, la tercera, y la que le acompañó durante la mayor parte de etapa como emperador. Se casó con él siendo muy joven, cuando él contaba ya con 50 años. Poseía una gran belleza y dijo estar enamorada del pobre Claudio, lo que le valió para conquistar su corazón herido tras dos infaustos matrimonios. La jugada le salió redonda, pues la conspiración para acabar con Calígula no llegó a eliminar a su tío, Claudio, y éste fue proclamado emperador por la guardia, siendo ratificado más tarde por el Senado.



Al estilo de Livia, Mesalina gozó de gran poder y pudo detentarlo con la suficiente autonomía como para mantener ocultos sus trapicheos durante años. Sus protegidos ascendían meteóricamente, y sus enemigos eran acusados de traición y ejecutados, bien usando el sello del emperador y pidiéndole su autorización, la cual el ciego de Claudio siempre daba. Mesalina disponía de un ala del antiguo palacio enteramente para ella, y la gran fortuna que hacía con el tráfico de ciudadanías le permitía organizar bacanales de proporciones bíblicas.

Mesalina era una mujer enferma, adicta al sexo, caprichosa y falsa. Se acostaba con todos los hombres que se le antojaban. En las pocas ocasiones que éstos no accedían (era una de las bellezas de la época), los acusaba de cualquier delito que exigiera la pena capital. Un afamado bailarín y actor, Mnester, fue su amante durante años, estatus que poseyeron cientos de nobles, gladiadores, guardias... Era un secreto tan a voces que todo el mundo pensaba que Claudio lo sabía y accedía, en algún comportamiento sexual degenerado.

El culmen de la humillación para Claudio fue el famoso reto que planteó Mesalina al Gremio de Prostitutas, aprovechando la ausencia de Claudio en su única expedición de conquista en Britania. Ordenó a las putas que le mandaran una representante, la que mejor pudiera rivalizar con ella en una suerte de competición de resistencia: ver cuál de las dos era capaz de satisfacer a más hombres. Muchos nobles y senadores participaron en la competición, para escarnio del pobre emperador. Su contrincante, la más resistente puta de la ciudad tenía el sobrenombre de Escila, por similitud con el mitológico remolino que absorbe todo sito en el estrecho de Messina... Pues bien, la esposa imperial derrotó a la famosa Escila, sucumbiendo ésta al llegar a 25 hombres y dejando Mesalina su plusmarca personal en más de doce horas fornicando sin parar. La profesional, al irse dolorida, se cuenta que dijo: "Esta mujer tiene las entrañas de acero".

No me pena el trágico final que tuvo Mesalina. La ninfomanía es una enfermedad, pero ella gozaba de ello, lo convertía en su herramienta de poder, en su capricho y en su forma de vida, manteniendo su engaño para con el emperador durante 10 años. Claudio finalmente abrió los ojos y juzgó y ejecutó a la mayoría de los que habían sido sus amantes, lista que superaba el centenar de personas conocidas. En cuanto a Mesalina, postergó el juicio lo suficiente como para que le diera tiempo a suicidarse, costumbre muy común en la Antigua Roma. Mesalina no pudo hacerlo, y finalmente tuvo que ser "ayudada" por un centurión.

El pobre Claudio se casó una cuarta vez con su sobrina, Agripinila. Esta fue su última esposa, pues lo envenenó y murió. Un tipo afortunado con las mujeres. Le sucedió el hijo de Agripinila, Nerón. Otra joya. Por eso me gusta más la época republicana, no había locos al mando ni escándalos de esta magnitud que no le costasen a uno su carrera política. Pero el Imperio siguió su curso. Otro día cuento otra anécdota divertida, espero que os haya gustado