martes, 31 de mayo de 2011

El poder de las palabras



Desde siempre, las palabras han sido el elemento vehicular sobre el que desarrollar y crear todo poder. Las palabras son órdenes, súplicas, rezos... Y no sólo son la expresión de algo, sino que son artífices de grandes cambios, la mayor de las armas.

Pienso en dos ejércitos frente a frente y dos generales recorriendo sus filas, arengando a sus hombres. Son momentos de mucha tensión. Pueden haberse ganado la confianza de sus hombre una y mil veces, pero llega un momento en el que hace falta la palabra. Un discurso brillante, perfecto retóricamente. Un despliegue de la mayor oratoria que vieron los tiempos. O simples chanzas de campamentos, cuidadosamente elegidas, salpicadas de frases mordaces de doble sentido... Lo que sea necesario en cada caso, pero esas palabras puden marcar el devenir de la batalla. Sacudir de complejos y llenar de moral a miles de soldados y llevarlos a la victoria.

Los grandes generales de la Historia las han usado, han subyugado a sus tropas ganándose su amor y su respeto. ¿Cómo sino podrían convencer a miles de analfabetos, supersticiosos y salvajes para cruzar los Alpes con elefantes en invierno o para llegar de Macedonia a la India?

Discursos que son símbolos, como el de Martin Luther King. Palabras para la Historia, como las de Neil Armstrong al pisar la Luna... Son tan sólo unos ejemplos. Grandes escenas de películas, soliloquios que nos provocan escalofríos y nos ponen la piel de gallina; y todo por unas palabras... Canciones que nos hacen llorar o nos esperanzan, eslóganes exitosos que se convierten en expresiones cotidianas.



Pienso también en un amigo. Muchas veces una amistad nos abre su corazón, nos cuenta sus penas, o nos increpa terriblemente, odiándonos con toda su alma en ese momento. Unas pocas palabras pueden cambiarlo todo. Pueden animarle, reconfortarle, aplacarle, hacerle cambiar de opinión, manipularle...

Palabras que pueden llegar muy dentro. Frases que pueden derretir el corazón de una mujer, o hacerle perder la racionalidad de su mente, la frontera nunca ha estado clara. Palabras que hacen que sus pies se separen del suelo, que entre en un mundo paralelo. Palabras que pueden desencadenar el éxtasis, o agriar completamente la mayor escena de amor.

Es el poder de las palabras. De las palabras adecuadas a cada momento. Requiere inteligencia, observación, conocimiento de la persona, el poder hallar sus claves, sus causas y sus efectos. Conocer, que también es poder. Pero para detentarlo con rotundidad, hacen falta las palabras.

Hombres inteligentísimos están fracasando ahora mismo a la hora de comunicarse. La comunicación, oral, corporal, escrita... es fundamental. Los medios de comunicación son el cuarto poder, pero el primero en magnitud. ¿Cuál es la base de su poder? Las palabras. Cambian la opinión pública, la moldean, la excitan y relajan, marcando los tiempos.



Unas palabras certeras, pocas, pueden quebrar a un hombre. Otras palabras, a lo mejor las mismas, pero en otra situación, pueden enardecer a otro. Cuatro frases bien hilvanadas pueden provocar pensamientos cuidadosamente elegidos en el objetivo de ellas. Pueden llegar a causar ese torrente de reacciones químicas con son las emociones a nivel cerebral. Pueden hacer llorar como un niño a esa persona, destruirla por completo. Pueden volver loco a alguien, hacer que sus glándulas suprarrenales segreguen adrenalina o hacer que se orine del miedo. Es el gran poder de las palabras.

Pueden inspirar la vida entera de millones de personas, marcar el carácter, la moral y las metas de toda una sociedad. Pueden hacer mejor a un ser humano. Los hechos pueden inspirar y tener el mismo poder que las palabras, pero en un entorno concreto. Es un lugar, un momento concreto. Las palabras transcienden espacio y tiempo. Miles de millones de personas siguen una fe, unas palabras que cuentan lo que hizo un hombre hace dos mil años, y sobretodo qué dijo ese hombre. Casi nadie ha visto un milagro, y sin embargo a la largo de la Historia esas palabras, un libro de 600 páginas, ha inspirado lo mejor y lo peor del género humano.



Las palabras son mágicas. Tanto en la vida real como en la fantasía, siempre son unas palabras las que dan el toque final. Un hechizo en la literatura, rituales chamánicos, bendiciones, consagraciones. Incluso exorcismos. Son mágicas porque son escurridizas. ¿A quién no le ha pasado alguna vez que empieza a escribir algo, lo borra o se pierde, y luego ya no se es capaz de volver a escribir lo mismo? Pareciera que tienen un sólo momento para salir, aunque expresemos la misma idea nunca la diremos igual. Nunca nos bañaremos en el mismo río, y nunca nos podremos decir lo mismo que estamos diciendo ahora.

Las palabras son nuestro sistema operativo. Cuando pensamos, nos hablamos a nosotros mismos. Ordenamos nuestros pensamientos en palabras, frases, oraciones. No podemos escapar de las palabras.

Muchas veces he pensado que me gustaría tener esa inteligencia para conocer, llegar al quid de la cuestión, conocer las motivaciones, anhelos y temores de los que me rodean. Pero sobretodo me gustaría tener ese dominio del lenguaje, de las palabras, para que fuesen las correctas en cada momento y volasen como flechas certeras al corazón de la gente. Que tocases ese fibra, esa frecuencia natural capaz de derribar el mayor de los puentes. Poseer ese gran poder. Poder decir en cada momento el comentario más mordaz, ingenioso, las palabras de ánimo y apoyo necesarias para animar una persona que sufre. Poder decir dos palabras que arredren al mayor de mis enemigos. Poder convencer a los que no piensan como yo, aun a sabiendas de que sería un grave error. Palabras que pudieran explicar (sobretodo a mí) el amor que siento y el miedo que tengo.

Y sobretodo, tener el valor de usar ese poder.

lunes, 23 de mayo de 2011

¿Democracia...?

Democracia, como es sabido hasta por Belén Esteban, significa que el poder lo tiene el pueblo. He de confesar que aun no he ejercido ese poder que reside en mi persona, y es porque nadie se ha ganado mi voto. La clase política deja mucho que desear, está repleta de incultos, delincuentes, imputados (una cosa no implica la otra, salvo que sea flagrante el delito), negligentes y sobrinos de incompetentes.

Me sorprende ver cómo la gente va a votar y sale con el pecho henchido y caminando como un cowboy después de matar cuatro indios. Realmente no tenemos ningún poder. Hay dos empresas regidas por el interés del dinero, cada una con sus medios para lavarles la cara y echar mierda al rival, devoradas por luchas intestinas, peleas fraticidas que se intentan ocultar en mítines con grandes sonrisas y brazos al aire.



El objetivo es gobernar. Mejor dicho, el objetivo es el poder. Es una droga, puede volver tarumba al más honesto y permite mangonear a gusto. Siempre habrá quien quiera ser mínimamente profesional y hacer las cosas bien, más que nada porque así puedes seguir gobernando y siendo el puto amo de tu municipio, comunidad, o país. Pero son los menos. ¿De verdad creeis que quieren luchar por la gente o por sus principios? Es una profesión como otra cualquiera. Me niego a creer que en una sociedad sin valores los políticos sí los tengan.

Es un juego de dos, porque los medios cada vez han ido crispando más a la gente, y la gente crispada demanda más "noticias" de las de los suyos. La gente quiere sentirse identificada: "yo soy de este partido", "hemos ganados...". Cuesta formarse una opinión de los asuntos de actualidad. Es más cómodo que te la den masticadita y que cuando gane tu partido salgas a celebrarlo como quien gana la Champions.

Es cierto que el sistema es una mierda, pero no es el momento de hablar de la Ley D'Hont, de circunscripciones electorales, de porcentajes mínimos, voto en blanco y demás... También es cierto que es un sistema bipardista en el que los medios no te dejan meter la cabeza y en el que los dos grandes siempre están de acuerdo en seguir siendo los dos grandes... Pero lo peor de todo es la gente, los electores. Los que supuestamente tenemos el poder.

En este país, hay un gran grupo de personas que siempre va a votar al PP, y otro gran grupo que va a votar al PSOE. Luego hay un pequeño grupo que vota a otros y son minoritarios y otro grupo que unas veces vota al PP y otras al PSOE, dependiendo de quien la haya cagado más la legislatura anterior (porque aquí no gobierna por méritos propios ni cristo).

El colmo de la desinformación y el borreguismo es lo que está pasando hoy. Todo el mundo dice que Zapatero lo ha hecho fatal (estoy de acuerdo), entonces vota siempre al partido contrario. A lo que sea, municipales, autonómicas, hasta elecciones de rector de la Complu si me apuras. Da igual. La culpa es de ZP, así que a votar al PP. Da igual si en tu pueblo había un socialista haciéndolo de puta madre y el del PP es retrasado mental. Tú votas y Pepito de los Palotes 1, Zapatero 0. ¡Y a Génova!



Lo mismo pasó en 2004 y elecciones posteriores. Aznar se creyó que podía hacer lo mejor por el pueblo pero sin el pueblo (mentalidad siglo XVIII a tope) y sus buenos batacazos se dieron Rajoy y más tarde los barones territoriales y alcaldes de media España. En todas partes cuecen habas.

Luego están los que votan siempre "al partido", sea quien sea. Aunque haya robado la Copa del Mundo, da igual, eso es que es espabilado y con él nos irá bien. Es de vergüenza las listas llenas de imputados y que no baje ni un ápice la confianza de los electores en ellos. Mierda de democracia.

Si es que somos así. Y aunque votáramos con criterio, diciéndoles a los políticos que se tienen que ganar el voto y que nunca lo van a tener asegurado, daría todo igual. ¿De verdad creeis que ejerces el poder introduciendo una papeleta en un sobre cada 4 años? Más reféndums, más consultas, mayor implicación es lo que haría falta... Aunque viendo las reacciones de la gente no sé qué será peor.

Me quedo con la idea de que la clave es resistir al frente de tu lista hasta que el otro la cague bien y/o le vengan mal dadas. Que todo es democracia y el pueblo habla cuando ganan los tuyos, y que siempre habrá gente cerrada cerrada que es imposible que cambie de opinión.

Mientras la cosa siga así veo difícil que vote alguna vez en mi vida.

No quiero acabar sin hablar algo de lo de Sol. Me parece que es un símbolo y que por lo menos hace reflexionar a la gente y debería hacer reflexionar a los políticos. No creo que vayan a conseguir nada concreto, pero es bueno que se palpe el descontento de la gente sobre el sistema político actual. Pienso que comenzó de manera espontánea y no hay conspiración ninguna detrás de ello, la vida no siempre es una novela de Dan Brown. Y en caso de que hubiera "cabezas pensantes" detrás no podrían controlar la expansión e incluso internacionalización del movimiento. Los jóvenes hacen algo, al menos se quejan...

lunes, 16 de mayo de 2011

Bienvenidos a la secta

La resaca de los cuatro clásicos me dejó un poco tocado. Fueron seis horas de fútbol y miles de horas de basura. Una auténtica guerra dialéctica e ideológica en la que todo el mundo estaba forzado a posicionarse y en la que los acontencimientos que iban acaeciendo separaban aún más a ambos bandos.

Al final, no sólo estaba preocupado porque ganara el Barça y pasara a la final de la Champions, sino que quería que fuese un triunfo sin mácula y que no pudiera ser objetado por nadie. Eso iba a ser misión imposible, tercera o cuarta parte creo. Las tres horas de fútbol de la eliminatoria de la máxima competición continental fueron eclipsadas por dos decisiones arbitrales.



En resumen, mi opinión es que no puedes parapetarte en el injusto color de una tarjeta o si en una falta era a tu favor y se la dieron a ellos, y que cuando el juego estaba parado Higuaín metió mil "goles". Y más cuando hubo otras expulsiones perdonadas y has erigido en líder y paradigma de tu equipo a un guerrillero con un historial digamos no impoluto...