jueves, 28 de noviembre de 2013

Cuando éramos reyes

Cuando se une la estación propicia, una cierta tendencia personal, y los recuerdos de una reciente visita de un gran grupo de amigos que está fortaleciendo lazos contra corriente, no queda más que rendirse a la melancolía, aunque sea un poco.

La sensación es estar juntos y saber que sería un día histórico aunque estuviésemos en el peor lugar del planeta. Que estamos en el foco del mundo y el resto son personajes secundarios que no saben lo que se les viene encima, para bien o para mal. Que la ciudad en la que estemos puede ser un escenario del GTA totalmente dispuesto para nosotros. Que cada conversación sobrepasa cualquier diálogo de Tarantino. Que deberíamos contratar a un tipo para que nos siguiera y nos hiciera un documental. Que todo es posible, que somos los mejores. Que tenemos que disfrutar y atesorarlo todo, porque estas reuniones valen su peso en oro.

 Porque algún día miraremos atrás. De hecho ya lo hacemos. Y pensaremos que qué buenos aquéllos años, cuando nos íbamos a comer el mundo, cuando éramos reyes. Lo bueno es que lo recordaremos juntos tomando una cerveza. ¡Por los amigos!

Cuando éramos reyes, de Quique González:


martes, 12 de noviembre de 2013

It's all in the game

Los que hayan visto The Wire recordarán esa frase, que define al mejor personaje de esa gran serie, Omar Little. Se trata de un ladrón de traficantes de los suburbios de Baltimore, un tipo totalmente imprevisible que anuncia su llegada silbando una canción infantil y va armando hasta los dientes. Su sola presencia infunde respeto, es capaz de salir a por el desayuno en bata y pijama sin ningún temor. Nunca se sabe dónde está, salvo un domingo al mes en el que acompaña a su abuela a la iglesia con total tranquilidad. Es parte del juego, los días del señor son tiempo de tregua, para estar con la familia.

 Omar conoce sus reglas mejor que nadie, y lo practica siguiendo su propio código moral: no dañar a nadie que no sea jugador. ¿Qué es el juego? El tráfico de drogas y todo lo que lo rodea, desde los que venden en las esquinas, los policías que los arrestan, los soldados, el "músculo", los ladrones, los soplones... Cada uno tiene su papel, tiene unas tareas y los riegos que conlleva. Es un juego eterno, en el que ellos no son más que la encarnación temporal de cada uno de los roles. Y el que mejor lo desempeña es el que más claro lo tiene.

Pero bueno, no nos pongamos nostálgicos. The Wire daría para muchas entradas, pero hoy he venido a hablar de otro juego, del eterno cortejo hombre-mujer en el mundo de la noche. Esos sempiternos escarceos, el mundo del ligoteo, las fichas, las cosas del pillar y del papar.

Porque es un juego también. Hay unas reglas, unos equipos, diferentes roles, unas veces se gana, otras se pierde, otras parece que has ganado pero al día siguiente viendo el Facebook te das cuenta que no... Nos ha pasado a todos, no digáis que no. Unos tienen más tendencia a que les pase que otros, eso sí. Yo de momento estoy contento con mi porcentaje de orcos, y eso que he pasado grandes épocas de sequía, forzosas o voluntarias.

Llegamos una buena pandilla de chicos a una discoteca. En el seno de nuestro grupo a buen seguro se pueden apreciar diferentes perfiles. Una primera división sería la de jugadores o no jugadores. Los no jugadores pueden ser por no estar en el mercado (novias, objetivos a punto de conquistar) o por pura resignación (falta de confianza, fealdad extrema o palomismo galopante). Bueno, habría otra categoría en la que se situarían tipos que no quieren pillar por convicciones propias distintas a las que hemos dicho, tales como preservar su virtud. Pero bueno, de ésos solo conozco a uno y se sospecha que se masturba con el catálogo de Ikea, apartado de lámparas. Así que no es representativo.

Dentro de los jugadores también hay diferentes roles. Tiene más complejidad de lo que parece, estamos hablando incluso de formaciones: en punta de flecha, en abanico, en primero el pesado y luego el majo para aprovechar el contraste... Eso cuando hay colaboración entre los diferentes miembros del grupo claro. En mi grupo de amigos no suele ser así. Pero bueno, si scalextric era competición, ¡cómo no lo va a ser el pillaje!


Los hay que son killers, entablan conversación con cualquier grupo de tías sin problemas, todo son risas, un par de bailes y metida de boca y está hecho. La vida es demasiado fácil para ellos. De vez en cuando son rechazados, pero las hostias les resbalan y pasan al siguiente objetivo sin pensárselo dos veces. He de reconocer que a veces los envidio, pero a la hora de la verdad no me cambiaría por ellos. No se disfruta lo mismo ganando la liga con el Dépor que con el Madrid, pajarracos.

Mis amigos dicen de mi que soy más de los de hablar y hablar, demasiado tiempo casi siempre, y contarles mi vida. Es decir, pegar unas chapas de la hostia. De esto se deriva el gracioso concepto de ser un chapista. Mal que me pese lo soy muchas veces, pero ellos tambiénlo son en ocasiones, y me siento orgulloso cuando los veo con las gafas de soldar y el soplete, pegando unas chapatorias épicas. Además, a la escuela chapista suelen pertenecer bellísimas personas que obtienen resultados modestos. Así es el juego, ser cabrón en su justa medida siempre ha rendido bien.

Cuando hablo del juego me refiero a la interacción que va desde el primer contacto hasta que estás papando. Luego falta ver si copulas o no esa noche, pero ahí ya hay un grado de intimidad entre los dos y tiene menos chicha lo que se dice o no. En esos intercambios hay cosas que se pueden decir y cosas que no, cosas que hay que dejar ver y cosas que ocultar. Decir algo, ver la reacción que provoca, escuchar qué dice y adivinar cómo puede ser realmente... Todo esto intentando estar rápido de mente, simpático e interesante a pocos centímetros de alguien que te atrae físicamente y bajo los efectos de unos cuantos copazos, que si eres tímido serán bastantes seguro.

Con la práctica se adquieren una serie de habilidades, recursos y poses que vas utilizando. La verdad es que jugar por jugar es divertido, se echa de menos cuando no estás soltero. Ir a por chicas, hablar con ellas, vacilar, intentar, fracasar, conseguir, decir algo inesperado y ver cómo reacciona... Pero lo mejor es cuando estás ahí en plenas evoluciones rutinarias y de repente ves que una te gusta realmente, y no sólo físicamente. Y dices, joder, a ésta sí que me gustaría conocerla. O cuando ella te dice algo así como mira, sé que esto es un juego y vete a otras con ese cuento. Me encanta ese salirse del papel y romper con la farsa a base de naturalidad. El problema es que eso también puede ser un recurso, y cuando de verdad te sucede puede que no te crean. Ahí te embarga la desesperación, pero no debes rendirte. Demuéstraselo. "Consejitos vendo y para mí no tengo", como diría mi amigo Martínez. Pero bueno, siempre he sido un teórico.

Como ya dije al principio, no somos más que la encarnación temporal de cada uno de los roles, como la eterna persecución del guepardo y la gacela. Pero no es algo banal. Esas dudas de me acerco o no me acerco, esa inquietud de no saber si le gustas o no, el nerviosismo al tirarse al vacío antes de besarla, el irte a casa derrotado bajo la lluvia... Mil anécdotas, puede que alguien importante en tu vida, o más muescas en el revólver, que nunca vienen mal. Ese no saber cómo pudiste sacar temas y temas durante horas si eres de la escuela chapista, o no recordar qué cojones dijiste para que al final cayera. Y lo mejor: esa sensación al día siguiente de haber triunfado al verte en el espejo del baño todo resacoso, con ojeras, esa media sonrisa y pensar: "Sí, joder. Soy el puto amo".

Todo eso está en el juego. Es muy divertido, así que chicas, jugad un poco más. Ya lo decía el amigo Omar con el que abría el post: All in the game, yo. All in the game.



lunes, 25 de marzo de 2013

La caverna

Sábado a las siete de la tarde, día gris que amenaza lluvia, para variar, me dirijo a mi puesto de trabajo, sito en un centro comercial. La velocidad con la que me aproximo a semejante engendro arquitectónico disminuye conforme me voy acercando, hasta acabar formando parte de una pequeña caravana de utilitarios que van en procesión dando vueltas alrededor del centro neurálgico de la ridiculez del progreso mal entendido, buscando aparcamiento y peleándose como auténticas aves de rapiña por un mísero hueco de dos metros de asfalto libre delimitado por dos rayas blancas.

Cuando me veo perdiendo veinte minutos de mi vida dando vueltas alrededor de un centro comercial, rodeado de esforzados padres que llevan a su familia a ese magnífico y maravilloso lugar de ocio me invade una rabia sorda que me nace en la boca del estómago. No puede evitar sentirme como si alguna entidad superior hubiera tirado de una cisterna gigante, y nosotros, pobres coches  buscando aparcamiento, no fuéramos más que trozos de mierda dando vueltas, cada vez más cerca de ese sumidero que es el centro comercial, dispuesto a tragarnos y llevarnos a la fosa séptica de la estupidez humana.


Finalmente consigo estacionar el coche, salgo dando un portazo y se abren las puertas autómaticas a mi paso. Entro en esa pequeña pero nociva atmósfera propia del centro comercial, caracterizada por calor, humedad, poco oxígeno y ese peculiar olor a sudor de niños y ancianos, aderezado con los chillidos de los primeros y las flatulencias de los segundos, que huelen a camposanto. Atravieso rápidamente todo el complejo, arrepintiéndome de haber aparcado el coche y no haber hecho un alunizaje y entrado a sangre a fuego en el recinto, cayesen los que cayesen. Me meto en el vestuario, respiro hondo, me pongo el uniforme y ensayo mi mejor sonrisa para tratar con esos hijos de la gran puta.



Vamos a ver, yo entiendo que se vaya al centro comercial al cine o un día de compras, aprovechando la única virtud que tiene, la gran concentración de tiendas una al lado de otra. Pero me canso de ver familias enteras que acuden todos los fines de semana, dejan a los niños sueltos por ahí mientras ellos se toman un café y se funden el sueldo. El centro comercial lleno de gente y el centro de la ciudad completamente muerto. Es artificial y absurdo trabajar toda la semana para luego meterse entre cuatro paredes grises abarrotadas a gastar y gastar en chorradas. Y los niños, que ahora están sobreprotegidos, jugando al fútbol a patadas con el mobiliario, para desesperación de los pobres trabajadores del centro y bajo la atenta mirada de sus  padres, los cuales no les dejan hacer nada solos hasta los 14 años, momento en el cual empiezan a ir a los  parques a fumar porros y chupar pollas. Puta vida.

Id a un restaurante, a dar una vuelta por el centro de la ciudad, que también hay tiendas, llevar a los niños a un parque o dejarles que vayan a jugar al fútbol y tirar petardos, id al campo, a la nieve a la playa... Pero dejad de humillaros y no os metáis en ese burbuja absurda, pálido reflejo de lo que hay fuera, que es un puto centro comercial. Ya lo decía Saramago en "La caverna", terminaremos haciendo viviendas y pequeños parquecillos en  los centros comerciales, y al final toda nuestra vida se desarrollará en esas cuatro paredes, metidos voluntariamente en una caverna que no es más que un remedo del auténtico mundo que está ahí fuera.

Espabilad, coño.


jueves, 30 de agosto de 2012

Back to basics. Hasta luego Madrid

Algunos ya sabéis que no voy a estar en Madrid este año. Otros os enteraréis ahora, y otros os enteraréis al cabo de 6 meses y vendréis a tocarme las pelotas escandalizados. Os espero con la escopeta cargada, aviso.

 Ha sido un año difícil, con muchos problemas y muchos frentes abiertos sin estar yo mismo en buenas condiciones, que no he sabido manejar y me han llevado al colapso. Si queréis entrar en detalle un día nos tomamos un café y hablamos, pero ahora no es el momento. Sólo mencionar por ejemplo la incertidumbre económica, estar esperando hasta finales de febrero con el agua al cuello a ver si me concedían la beca o no, recibirla cuando el curso ya iba a la deriva, medidas del gobierno...

 La puntilla ha sido la subida de las tasas universitarias. Los créditos en 1ª, 2ª y 3ª matriculación han pasado de costar 17, 21 y 26 euros a tener que pagar 26, 47 y 89 euros respectivamente. En una carrera de ingeniería, o en cualquiera en la que hayas tenido un mal año por las causas que sea hacen que te tengas que hipotecar para pagar la matrícula de tu universidad pública mas cercana en Madrid.

 Los precios salieron publicados hace poco. No tengo el dinero para seguir estudiando en la complu, y aunque me lo pudieran prestar sería pagar una millonada por un curso que no lo vale, estudiar para volver a conseguir la beca y devolver ese préstamo, y mientras estar dos años asfixiado... No es una opción, y los traslados de expediente tenían que haber sido tramitados mínimo antes de julio. Así que me veo forzado a quedarme un año en casa, trabajando y ahorrando, y retomar los estudios el año que viene.

No os preocupéis por mí, voy a estar bien. De hecho estoy imparable. Parece que me voy a unir de manera indefinida a la aldea de irreductibles galos de Odeón Multicines, espero que me den un poco de su poción mágica. Tal y como están las cosas, tener un trabajo que te permita ir juntando algo de dinero ya es algo. No me voy a parar ahí, intentaré buscar algo por las mañanas, ya me he apuntado a la autoescuela para sacarme el carnet de conducir, sigo con mis métodos heterodoxos de aprendizaje de inglés y pienso certificarlo con un título oficial...

No voy a perder el año porque ya no pierdo ni una sola hora del día. Mi fuerza de voluntad es como un puto rayo láser y cada día que pasa estoy más cerca de mi objetivo. Siempre supe que en mi camino a la dominación del mundo tendría que partir de la mismísima mierda, al más puro estilo Julio César, así que podría decirse que todo esto de alguna manera forma parte de mi plan.

Me da mucha pena dejar Madrid, me dejo una vida ahí. Pero es la mía, así que no hagáis que encima tenga que animaros a vosotros. Como dijo nuestro gran amigo Arnold,

Y como dijo el mejor personaje de la gran mentira de serie de Perdidos, el nunca bien ponderado Desmond con su cara de Dustin Hoffman: "Nos vemos en otra vida, colega(s)". Mientras tanto, 



domingo, 15 de julio de 2012

Taxi Driver: Every muscle must be tight!

Una de mis últimas locuras consiste en el propósito de ver una película en versión original al día, con subtítulos en inglés, y anotar en una libreta todas las palabras y expresiones que no conozco, para luego buscarlas. Es ocio, cultura, una extravagancia y sirve para construir mi persona, con lo cual me encanta.

Empecé hará un mes, y la primera película en caer en mi particular método de dominar el inglés fue una vieja recomendación de cierta persona (aquí teneis su blog , para que no se os escapen sus recomendaciones) y se ha convertido en mi película favorita de los últimos tiempos: Taxi Driver. Escuchad esto mientras leeis el post: 

Siempre me han gustado las historias de personas que están perdidas, que no entienden el significado de las cosas, no saben adónde van, qué hacer. También me han llamado siempre los personajes tarados, esos tíos raros, que tienen un comportamiento extraño, y que se ve a la legua que las hechuras sociales no son para ellos. Sí, en parte por identificación personal, pero no os paseis.

Travis Brickle, interpretado por el mejor Robert de Niro, espectacular, es uno de ellos. Hace de taxista nocturno en Nueva York, insomne, inadaptado social, que dedica su tiempo libre a acudir a salas de cine porno. Su voz en off nos guía por lo que va pasando por su perturbado mundo interior. La película nos muestra la complejidad que hay tras la aparente aleatoria decisión de un loco que un día sale de casa con una escopeta. De esos que salen sus vecinos diciendo que era una persona normal y siempre saludaba al volver de comprar el pan.


Disfruto de cada minuto, de ver cómo mira, cómo se mueve ese puto loco. Entiendo perfectamente cuando sale a la calle y la ve sucia, llena de escoria, y siente la necesidad de limpiar las calles. Me encanta cuando conoce a Betsy y por fin se atreve a ir a por ella. Desborda lo único que atrae al 100% de las mujeres: pura confianza en sí mismo y determinación. Supongo que es genético.




Se gana mi empatía cuando habla con el taxista charlatán y le dice que no sabe lo que le pasa, que está perdido, que quiere salir ahí fuera y hacer algo, algo que tenga significado y sea importante. Entiendo que no ser uno más de la masa. También me parece significativo cuando estalla dice: "eres como los demás, distante y fría, estás en un infierno", y cuando afirma que la soledad le ha perseguido toda su vida.

Mi escena preferida, verdadera motivadora, es cuando decide ponerse en forma. Pienso en ella para no comer tanta mierda como me gustaría. No more destroyers of my body. From now on I'll be total organization, every muscle must be tight!

No os quiero destripar la peli, sólo os diré que su búsqueda de hacer algo relevante se le va de las manos, y que me encanta que quede patente esa fina línea entre ser un héroe o un villano, loco o cuerdo, y en el caso de loco, ¿quién lo está más? La recomiendo encarecidamente, teneis que verla YA si aun no lo habeis hecho. Qué grande eres, Travis.


sábado, 7 de julio de 2012

Vuelta a los viejos valores

Ver las noticias hoy día es deprimente. Sólo atisbamos la punta del iceberg, y lo que se ve son los síntomas de una sociedad enferma. Jueces, políticos, banqueros, cargos públicos. No los he calificado aún, pero simplemente enumerarlos carga la frase de tintes negativos. No sé cómo lo han hecho para que sus efluvios contaminen tus fosas nasales al pronunciar su nombre, para que sus profesiones suenen intrínsecamente mal.

Es fácil ver el telediario y farfullar: "Qué hijos de puta...". Los de arriba, los que tienen el poder, los que nos están exprimiendo. Es fácil, desahoga y es uno de los deportes nacionales, todos ellos derivados de la envidia, sin duda el pecado favorito de los españoles. Incluso es sano en cierta medida, pero no debería cegarnos.

Es la sociedad entera la que está podrida, todos nosotros, en mayor o menor medida. En todos los ámbitos de la vida, cada uno de nosotros tiene su pequeña parcela de poder, en como la administra y en sus decisiones diarias se comprueba la salud de la sociedad.



Aquí el que roba todo lo que puede, el que se aprovecha al máximo de sus empleados o sus empleadores; ése es el puto amo. En que cumple en todo, el que trabaja todas sus horas, el que no carga nada a la empresa, el que no hace sus chanchullos con un par de colegas y no se ahorra una pasta; ése es el tonto. O peor aun, es tan bueno que es tonto, frase que es toda una declaración de principios.

La que se folla a todos los que puede es una tía con personalidad (?), el que sólo va detrás de las chicas para follárselas y adiós muy buenas es un crack, ¡es un grande joder!. El que paga la menor cantidad de impuestos posible, aprovecha todos los servicios del estado al máximo y encima se queja de cómo está el país, todo el día con España en boca; ese tío debería tener una estatua de oro enfrente del ayuntamiento. El que es grosero, irrespetuoso, rencoroso y mezquino; ése es un tío entrañable porque se nos muestra tal y como es. Merece nuestra adoración, claro que sí. El que intenta ser mejor, siempre tener una palabra de aliento, positiva, el que asume su responsabilidad; ése es el malo, es una mentira que hay que desenmascarar y arrastrar de nuevo al barro en el que nos refocilamos.

¿En qué momento el dinero reemplazó a la conciencia satisfecha? Tanto tienes, tanto vales. Ya no importa que tus vecinos y amigos digan de ti que eres una persona honrada. Ahora importa si aparcas en el garaje un Audi, si puedes irte a Nueva York de vacaciones y comer en los mejores restaurantes. Ya no es importante tener una ética personal, un código al que eres fiel, una coherencia y una consecuencia. La disciplina, honestidad, integridad, justicia, fuerza de voluntad, lealtad, compromiso, respeto... Ya lo dice mi título. Son valores viejos. Suenan a otra época, parece que un manto de polvo secular los recubre. Y sin embargo nos son propios, son parte de la condición humana.

¿Dónde está la dignidad del trabajador que se sabe ajeno a los grandes debates del ser humano, lejos de la élite cultural, pero echa la vista atrás y está satisfecho de su trayectoria, de sus decisiones del día a día, de su trabajo y su patrimonio personal e intelectual? De su honor, palabra que suena rancia pero que ha movido al ser humano desde la noche de los tiempos.

Más aun, no hay valores nuevos. El dinero es la virtud, y cuantos más vicios tengas mejor. Más vivo estarás. Y el dinero ganado con el sudor de tu frente no vale nada, eres tonto por haberlo sudado, deberías haberlo robado. Y no intentes ser mejor de lo que somos nosotros, la masa. No intentes asomar la cabeza al mundo de la mínima dignidad personal y de los viejos valores, porque te vamos a despreciar. No queremos oir hablar de valores, las charlas moralistas nos producen urticaria.No nos gusta mirarnos en el mismo espejo que tú, así que te vamos a sumergir de nuevo en el mar de mierda en el que estamos.

Parte de la culpa de esta situación es la envidia y el cainismo intrínseco de este país. Es parte de nuestra idiosincrasia cultural. Pero cada vez vamos a peor, porque antes aun pelábamos o nos inflamábamos por la honrilla personal, aunque fuera de puertas para fuera y por el qué dirán, y no fruto de la introspección y un debate interno. Ahora ya ni eso, ahora la sociedad premia a los corruptos, las putas, los sin escrúpulos, ganadores de dinero, caraduras, estafadores y vividores. Y hacen alarde, se jactan de ello. Así la crisis pasará quizá, pero será mucho más larga de lo que podría haber sido, volverán a estallar otras burbujas y la crisis de valores, o su falta, será galopante.

La solución, concienciarse de que lo único que podemos hacer es ser justos, honestos y consecuentes en nuestro día a día, aportar nuestro granito de arena y esperar a que la masa se dé cuenta de que es el camino. Sentados, eso sí.



lunes, 14 de mayo de 2012

¿Tenía razón el perro de Femón?

Hace un año, en una situación parecida a la actual, me dio por pensar que puestos a perder el tiempo (entendiendo perder el tiempo por no estudiar, lo cual es un error), mejor perderlo ganando un poco de bagaje cultural. Puestos a ser una mierda, mejor ser una mierda leída. Me dirigí a la Casa del Libro más cercana y me compré Yo, Claudio, de Robert Graves. Me encantó y lo recomiendo.

 En una de sus dos partes, hay un momento en que un personaje se dirige al otro y, típico de libros o películas, para expresarle la idea que tenía de la sociedad comienza a narrar una historia acerca de un hombre llamado Femón y su perro. Algún día me gustaría adquirir esa habilidad, la de irte por los cerros de Úbeda y contar una anécdota cuya moraleja sea exactamente lo que quiere comunicar. Difícil conseguirlo, y más sin quedar como un pedante insufrible.

 La pequeña fábula es la siguiente. Femón tenía un perro que estaba adiestrado para ir siempre a la carnicería y traer la cesta con la comida que preparaba el tendero. Los alimentos siempre llegaban intactos y a tiempo, el perro de Femón nunca afanaba nada para sí por muy hambriento que su dueño lo mantuviera. La lealtad hecha perro. Un día nuestro héroe de cuatro patas se cruzó con una jauría de perros callejeros, arrancaron la cesta de sus dientes y comenzaron a devorar la comida. El perro dudó por un breve instante, y después corrió a comer todo lo que pudo.


 La pregunta es si este perro hizo lo correcto. No que tenga a no razón, pero como título tiene más punch. Era imposible vencer a esos canes espoleados por el hambre, y si volvía a casa sin la comida su amo pensaría que fue él, y lo castigaría. Nunca más volvería a confiar en él, toda una trayectoria de obediencia y disciplina arruinada en un momento, aunque no fuera por su culpa.

El perro comprendió todo eso en un segundo y, sin tiempo para el pesar o la autocompasión, tomó la decisión del superviviente: examinar la situación, el presente, y extraer el máximo de todo lo que se ofrece. Ya que iban a pensar que había llenado su estómago y traicionado a su dueño, mejor hacerlo de verdad y al menos comer un poco de carne. Otra opción hubiera sido esperar a que la jauría se saciara y volver a casa con la cesta vacía, encajar los golpes y vivir toda la vida con la desconfianza de su dueño, injusta como cualquier otra cosa en la vida, pero sabiendo que no había hecho nada malo.

 ¿Tenía razón el perro de Femón? Cuando todo el mundo es malo y van a pensar que tú también lo eres, ¿lo mejor es serlo realmente y sacar algo de provecho? ¿Da de comer la autosatisfacción, vale para algo? Cuando se disipe la autocomplacencia, ¿no hubiese cundido más haberse tragado ese trozo de carne?


Mi respuesta es que NO. El espejo nunca te va a devolver otra mirada que no sea la tuya, para ser feliz es mejor estar apaleado y satisfecho que saciado y desleal, aun cuando el sambenito de traidor te fuese impuesto antes de cometer la falta. El infierno no son los otros, es uno mismo, así que mejor no avivar las llamas.

jueves, 18 de agosto de 2011

Hay un hombre que se está riendo de nosotros

Hay un hombre que se está riendo de nosotros.

Ayer vimos un espectáculo maravilloso, un emocionante partido de fútbol con muchas goles y de resultado incierto hasta el final. El fútbol de ambos equipos fue de calidad, y eso siempre es buena noticia. El Real Madrid parece haberse sacudido definitivamente todos los complejos y demostró que sabe desactivar bien al Barça y cómo crear peligro rápidamente, en un fútbol vistoso y vertiginoso. El Barcelona, por otra parte, volvió a dejar patente que en sus partidos se ven 3 o 4 jugadas magistrales, de las de talento puro, y que Messi es el que más lo atesora. Y que tiene poco rodaje, hacía tiempo que Xavi, Piqué o Leo no perdían tantos balones. Cuando la máquina esté engrasada, sumado a las nuevas posibilidades que ofrecen Cesc y Thiago, el límite es el cielo.

Mientras tanto, ese hombre se sigue riendo.

Pasó por ser el mejor entrenador del mundo, pero sigue recurriendo al viejo arte de dar patadas a los jugones. Me parece una vergüenza que un club de la élite mundial tenga que recurrir a eso. Lo peor de todo es que ésa es tan sólo una más de todas las artimañas que usa para ganar, o intentar ganar.



Muchas veces en esta vida tenemos que competir por algo, incluso luchar por algo. Es admirable querer ganar con todas tus fuerzas, pero no siempre se puede. Y no todo vale. Puedes perder en numerosas ocasiones. Puede haber sido justo o no, puedes haber sido mejor que tu rival o no, pero has perdido. Entonces se te plantean dos opciones, buscar una excusa o aceptar la derrota con dignidad y felicitar al campeón.

sábado, 13 de agosto de 2011

Mesalina, ninfómana y prostituta imperial

Un jueves de finales de mayo se nos planteó una pregunta en el Anyway (gran sitio, algún día hablaré de él): "¿Quién era la esposa del emperador Claudio?". Constaté que no tenía ni puta idea del tema y les dije a mis amigos que contestáramos "Valeria", por ser el nombre que tendrían las hijas de los nobles de la gens Valeria, como cierto Marco Valerio Mesala que recordaba había sido cónsul en épocas anteriores. No nos dieron por buena la respuesta, evidentemente. Y eso, unido a que también hubo una pregunta acerca del autor del libro Yo, Claudio, me incitó a comprarlo.



miércoles, 10 de agosto de 2011

Por qué me gusta la Antigua Roma



Muchos de los que me conocéis ya sabes que me gusta mucho el tema de la Antigua Roma, pero poco entendéis por qué. Voy a intentar explicarlo.

Me gusta la Historia, me gusta saber de dónde venimos, cómo surgieron las naciones en el pasado, las guerras que hubo, conocer los grandes personajes, sus gestas... Hay a quien todo lo que no es "actual" le importa un pito, pero no es mi caso. Creo que conocer mínimamente la Historia nos proporciona una gran cultura, nos proporciona una perspectiva difícilmente alcanzable por otros métodos.

Hace poco leí en algún lugar que si la vida del planeta Tierra durase un año entero, nuestra Historia,desde que apareció el primer homínido, el australopitecus, duraría tan sólo un cuarto de hora. Es decir, el planeta se creó el 1 de enero y una persona que ahora tuviese 90 años hubiese nacido el 31 de diciembre a las 11 horas y 59 minutos. Me voy por las ramas, pero me parece interesante.




Dentro de la Historia me gusta más la Historia Antigua, o como mucho la Edad Media. Lo más reciente, con más tecnología, me parece más similar a nuestro mundo actual. Me fascina pensar como vivía la gente, con las mismas pasiones e inquietudes que tenemos hoy día, pero en un mundo arcaico.





Me gusta de Roma que fue un adelante a nivel de conocimientos, civilización, y derechos para el que quizá la humanidad no estuviese preparada. El Imperio Romano cayó a finales del siglo V y sobrevinieron 1000 años de Edad Media, un retraso a todos los niveles. Me gusta conocer cosas de la Antigua Roma porque es la base de nuestra civilización y de nuestras lenguas, y sus huellas han quedado diseminadas a lo largo de un inmenso territorio. Hubo un momento en que un salvaje britano pintado de azul estaba bajo la misma autoridad que un pescador nubio de la segunda catarata del Nilo, la autoridad de una ciudad de siete colinas llamada Roma. Ha habido grandes imperios en la humanidad, pero el romano es sin duda uno de los más grandes. Es la base de nuestra cultura, su duración se extiende a varios siglos, y su legado cultural a lo largo de milenios sigue siendo importantísimo.

Pese a todo, no es la época imperial la que más me interesa. Me gusta mucho más la época de la República. En ella no había una cabeza visible que tuviese el poder, sino que éste residía en el Senado y sus magistrados, siendo los de mayor relevancia los cónsules, dos por año. Casi todas las magistraturas tenían un año de duración, siendo elegidos dichos cargos mediante elecciones. No había sufragio universal ni mucho menos, y había muchas irregularidades en los procesos, pero el funcionamiento de la sociedad romana era admirable en un mundo inculto, analfabeto y dominado por tiranos.

Me gusta la Antigua Roma por la gran cantidad de genios que hubo en ella, de los cuales hemos podido llegar a saberlo casi todo. La estructura de la sociedad romana permitía el desarrollo del talento a todos los niveles, y en pocas épocas de la Historia han coincidido tantos grandes hombre como en la época tardorrepublicana. Cayo Mario, Sila, los hermanos Graco, Servilia, Julio César, Cicerón, Pompeyo Magno, Marco Antonio, Octavio, Agripa... Podemos conocer de principio a fin sus vidas, sus ambiciones y frustraciones, tan parecidos a nosotros pero en un mundo tan distante que resulta apasionante.



Era una sociedad en la que los hombres y mujeres se esforzaban por ser virtuosos, dignos, y servir a Roma, y llegaron a alcanzar la fuerza suficiente como para que grandes reyes se plegaran a las decisiones de un magistrado electo por un año en una ciudad del centro de la península itálica.

Bueno, el caso es que me gusta mucho, y quizá le dedique futuras entradas. Espero no haber sonado demasiado pedante o freak