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miércoles, 10 de agosto de 2011

Por qué me gusta la Antigua Roma



Muchos de los que me conocéis ya sabes que me gusta mucho el tema de la Antigua Roma, pero poco entendéis por qué. Voy a intentar explicarlo.

Me gusta la Historia, me gusta saber de dónde venimos, cómo surgieron las naciones en el pasado, las guerras que hubo, conocer los grandes personajes, sus gestas... Hay a quien todo lo que no es "actual" le importa un pito, pero no es mi caso. Creo que conocer mínimamente la Historia nos proporciona una gran cultura, nos proporciona una perspectiva difícilmente alcanzable por otros métodos.

Hace poco leí en algún lugar que si la vida del planeta Tierra durase un año entero, nuestra Historia,desde que apareció el primer homínido, el australopitecus, duraría tan sólo un cuarto de hora. Es decir, el planeta se creó el 1 de enero y una persona que ahora tuviese 90 años hubiese nacido el 31 de diciembre a las 11 horas y 59 minutos. Me voy por las ramas, pero me parece interesante.




Dentro de la Historia me gusta más la Historia Antigua, o como mucho la Edad Media. Lo más reciente, con más tecnología, me parece más similar a nuestro mundo actual. Me fascina pensar como vivía la gente, con las mismas pasiones e inquietudes que tenemos hoy día, pero en un mundo arcaico.





Me gusta de Roma que fue un adelante a nivel de conocimientos, civilización, y derechos para el que quizá la humanidad no estuviese preparada. El Imperio Romano cayó a finales del siglo V y sobrevinieron 1000 años de Edad Media, un retraso a todos los niveles. Me gusta conocer cosas de la Antigua Roma porque es la base de nuestra civilización y de nuestras lenguas, y sus huellas han quedado diseminadas a lo largo de un inmenso territorio. Hubo un momento en que un salvaje britano pintado de azul estaba bajo la misma autoridad que un pescador nubio de la segunda catarata del Nilo, la autoridad de una ciudad de siete colinas llamada Roma. Ha habido grandes imperios en la humanidad, pero el romano es sin duda uno de los más grandes. Es la base de nuestra cultura, su duración se extiende a varios siglos, y su legado cultural a lo largo de milenios sigue siendo importantísimo.

Pese a todo, no es la época imperial la que más me interesa. Me gusta mucho más la época de la República. En ella no había una cabeza visible que tuviese el poder, sino que éste residía en el Senado y sus magistrados, siendo los de mayor relevancia los cónsules, dos por año. Casi todas las magistraturas tenían un año de duración, siendo elegidos dichos cargos mediante elecciones. No había sufragio universal ni mucho menos, y había muchas irregularidades en los procesos, pero el funcionamiento de la sociedad romana era admirable en un mundo inculto, analfabeto y dominado por tiranos.

Me gusta la Antigua Roma por la gran cantidad de genios que hubo en ella, de los cuales hemos podido llegar a saberlo casi todo. La estructura de la sociedad romana permitía el desarrollo del talento a todos los niveles, y en pocas épocas de la Historia han coincidido tantos grandes hombre como en la época tardorrepublicana. Cayo Mario, Sila, los hermanos Graco, Servilia, Julio César, Cicerón, Pompeyo Magno, Marco Antonio, Octavio, Agripa... Podemos conocer de principio a fin sus vidas, sus ambiciones y frustraciones, tan parecidos a nosotros pero en un mundo tan distante que resulta apasionante.



Era una sociedad en la que los hombres y mujeres se esforzaban por ser virtuosos, dignos, y servir a Roma, y llegaron a alcanzar la fuerza suficiente como para que grandes reyes se plegaran a las decisiones de un magistrado electo por un año en una ciudad del centro de la península itálica.

Bueno, el caso es que me gusta mucho, y quizá le dedique futuras entradas. Espero no haber sonado demasiado pedante o freak

lunes, 27 de diciembre de 2010

Qué es lo que mueve a la gente...

Voy a desempolvar una vieja reflexión (realmente de hace poco más de un año), para que esto no sea rajar sin parar de la familia y demás.

Es de las pocas cosas a las que, tiempo después de escribirlas, tengo poco que añadir o cambiar. Estaba bastante escéptico por aquel momento, pero sigo pensando más o menos lo mismo. Lo que cambia es la frecuencia con la que pienso en ese tipo de cosas. Sin más, ahí os la pongo:


QUÉ ES LO QUE MUEVE A LA GENTE?
Para una estrella del rock, son esos momentos en los conciertos, de pie ante millares de personas. Todas son diferentes, algunas tanto como el día y la noche, pero en ese instante sienten que lo aman y él piensa que es increíble. Todas las cosas que hace, desde lavarse los dientes a coger un taxi, van encaminadas a vivir de nuevo ese momento efímero.
Para una persona "normal" que diríamos, ¿qué es lo que la mueve? Una ama de casa, por ejemplo. Hace las tareas del hogar. ¿Y qué más? Da igual si tiene algún trabajo diferente a ése. Se levanta un día, hace lo que tiene que hacer, come, habla con gente, intercambia banalidades, ve una película. Y se duerme.
Al día siguiente ocurre lo mismo. O parecido, los cambios no afectan para nada al contenido global del día, que en apariencia es nulo. Porque, ¿qué es lo que mueve a una persona cualquiera?
El amor. Podría ser. ¿Amor a quién? A una pareja sentimental. Van y vienen, no suelen ser para toda la vida. Y cuando lo son, después de los años, ya es cariño. Es vivencias juntos, hábitos. No es el objetivo, el fin de nuestras acciones. No te levantas, comes, trabajas, duermes, para posibilitar estar con esa persona. Cuando se llevan 20 años casados seguro de que no se piensa eso.
Porque, ¿alguien se cuestiona qué es lo que lo mueve? Creo que poca gente. Prácticamente todo son hábitos y convenciones sociales. Nuestras vidas se mueven por carriles estrechos, de los que es difícil salirse. Y pasar de estar cerca del arcén derecho al izquierdo nos parece un cambio radical, como cambiar de ciudad, hacer otros amigos. Sigue siendo lo mismo, en definitiva, porque no ha cambiado lo que nos mueve.
¿Y qué es? Habrá quien responda que no es el amor a una pareja, porque ésta puede tenerse o no, o ir cambiando o lo que sea. Que es el amor a la familia, amigos. La respuesta es la misma. No me imagino a alguien que tenga por fin real el sacar tiempo para ello.
Es difícil de explicar. Un médico, padre de familia. No me imagino que piense al levantarse: "bueno, voy a trabajar porque tengo que sacar dinero para poder mantener a mi familia, me exige tantos días, tantas horas, tengo libre este tiempo que entonces dedicaré a mi familia y amigos porque es lo que realmente quiero y da sentido a mi vida". No me lo imagino.
Un joven, de 20 años. Va a estudiar, va a clase, hace exámenes, aprueba o no, saca tiempo para estar con sus amigos y se lo pasa bien. Esto último, ¿es el fin de sus acciones? ¿Hace todo lo anterior sólo para sacar ese tiempo, que es suyo, y emplea en amigos, fiesta y demás? No creo que nadie se lo plantee así. Son todo hábitos. No digo que ese chico o ese hombre no se sienta bien y feliz, realiza una labor dentro de la sociedad, puede permitirse caprichos, tiene un entorno al que quiere, se alegra con sus alegrías y se entristece con sus penas.
Pero, ¿cuál es el motor de su vida? Hay algo que le haga decir: "Sí, esto es lo que quiero, para esto nací"? No lo creo No creo que diga: "Sí, nací para tener una familia y amigos, y eso me hace sentir vivo" No creo, porque cada ser humano es único y ésa sería la posible respuesta de seis mil millones de almas (en caso de que se lo planteen).
Ahora alguno dirá: bueno, la gente "corriente" parece no tener algo que la mueva, más que las propias convenciones sociales: familia, amigos, trabajo. Pero sí la tiene la estrella de rock de la que hablaba antes. Ese sentimiento, frente a esas personas enloquecidas, que quieren que les de más, que las sacie con su música; ese sentimiento de ser importante, el mejor, de ser querido; es efímero. Es muy intenso, pero breve. Es como un orgasmo. Esa persona se mueve sólo para tener de nuevo ese placer.
Entonces alguien dirá que todos nos movemos para tener esos pequeños placeres que tiene la vida. Continuamente nos solazamos en ellos, pero sinceramente no creo que sean el motor para nadie. Estudias, encuentras trabajo, compras una casa, trabajas para mantenerte, aprovechas el ocio y te lo pasas bien. A lo mejor viajas, conoces otras culturas, tienes un ocio más elaborado... Pero, ¿eso es lo que te hace levantarte cada día y seguir tu rutina? ¿El saber que el fin de semana te irás a tu casa de la playa y disfrutarás? ¿El saber que vas a llegar a tu casa y vas a hacer el amor con tu pareja?
Día tras día, día tras día.
Los pequeños placeres no pueden ser el motor, porque del porcentaje de tiempo que estamos despiertos, esos pequeños placeres no suponen más que una pequeña fracción. Abundan, por contra, los pequeños malestares, sufrimientos. Escuchar una buena canción, tomar una buena comida, saborear un buen vino, el sexo, una noche divertida en compañía de los amigos... No pueden ser el motor. Sino tendríamos los mismos objetivos que los animales, sólo que en un nivel más complejo y ¿mejor?
A estas alturas alguno estará harto de mi escepticismo y exigirá respuestas, ya que es muy fácil demonizarlo todo sin ofrecer nada a cambio. ¿Existen motores de vida? Yo digo que sí ¿Algún ejemplo?
Uno fácil de ver y del que todo el mundo está de acuerdo. Alejando Magno. Alguno se reirá de mí. Alejando Magno siempre tuvo una fuerte motivación hacia cuya realización encauzó toda su fuerza y todas sus acciones. Esa motivación era superar todos los límites siempre, tanto físicos como mentales, tanto sociales como geopolíticos. Siempre dio el máximo, siempre quiso ser el mejor, el mejor hijo, el mejor amigo y el mejor rey. En un mundo en el que todos pensaban que su nación era lo mejor y las demás eran inferiores (se parece mucho al actual, ¿verdad?), él soñaba con conocerlo todo, conquistarlo todo, y así poder unir a todas las naciones, uniendo las culturas como iguales en importancia y disfrutando de todo lo bueno de ellas. Todos sus súbditos eran iguales, no eran menos importantes los pertenecientes a territorios conquistados que los de su Macedonia natal.
Alejando Magno da para mucho, pero no es el tema. El caso es que tenía un sueño, una motivación, un motor para sus acciones. Dedicaba todo su ser a su consecución. Desde defecar hasta dirigir a su ejército en la batalla. Sólo había un fin, y era esa meta última la que le hacía levantarse todos los días de su lecho y decir: "voy a hacer esto, esto y esto porque quiero que me lleven a realizar mi sueño, que es éste".
Hay más ejemplos, todos grandes nombres. Grandes investigadores, exploradores, científicos. Todos ellos tenían una meta, una motivación, que les daba impulso a su vez. Julio César, Thomas Edison, Madame Curie...
Entonces, ¿sólo los grandes personajes han tenido una motivación, algo que les movía en la vida? Mi respuesta es que no. Que el hecho de tener dicha motivación, meta, ilusión, es lo que les hizo llegar a ser grandes personajes de la Historia. Muchas otras personas la han tenido y la tienen, y permanecen anónimas. La fama no es algo que vaya ligado a ello. Todas tienen una gran motivación, una meta, un motor. Pero eso no significa que lleguen a realizarla; y si lo hacen, que sea algo excepcional como la conquista de medio mundo o un gran descubrimiento.
Pero miles de millones de personas no tienen ningún fin en la vida. Bueno, ¿y qué? Son felices,¿no? Sí. Pero, ¿qué pasa si te planteas todo esto y te das cuenta de que no tienes un fin? ¿Si sabes que hay quien lo ha tenido y lo tiene, pero es algo muy personal que no se puede copiar? ¿Si sabes que hay quien ni siquiera se lo plantea y es feliz? ¿Entonces qué haces? ¿Qué haces para aliviar ese desasosiego, esa ansia? Hay veces que quisiera tener esa gran determinación, esa meta, ese deseo, sueño, objetivo. Saber, tener la certeza en mi interior, de que quiero algo concreto. Entonces, estoy seguro de que me esforzaría al máximo y daría lo mejor de mí mismo...
…Pensándolo de nuevo, quizá esa sea mi meta en sí misma. Buscar y encontrar algo que me requiera y me permita a la vez dar el máximo de mí, lo mejor de mí mismo. Sinceramente, NO LO SÉ.
NO LO SÉ