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sábado, 13 de agosto de 2011
Mesalina, ninfómana y prostituta imperial
Un jueves de finales de mayo se nos planteó una pregunta en el Anyway (gran sitio, algún día hablaré de él): "¿Quién era la esposa del emperador Claudio?". Constaté que no tenía ni puta idea del tema y les dije a mis amigos que contestáramos "Valeria", por ser el nombre que tendrían las hijas de los nobles de la gens Valeria, como cierto Marco Valerio Mesala que recordaba había sido cónsul en épocas anteriores. No nos dieron por buena la respuesta, evidentemente. Y eso, unido a que también hubo una pregunta acerca del autor del libro Yo, Claudio, me incitó a comprarlo.

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miércoles, 10 de agosto de 2011
Por qué me gusta la Antigua Roma
Muchos de los que me conocéis ya sabes que me gusta mucho el tema de la Antigua Roma, pero poco entendéis por qué. Voy a intentar explicarlo.
Me gusta la Historia, me gusta saber de dónde venimos, cómo surgieron las naciones en el pasado, las guerras que hubo, conocer los grandes personajes, sus gestas... Hay a quien todo lo que no es "actual" le importa un pito, pero no es mi caso. Creo que conocer mínimamente la Historia nos proporciona una gran cultura, nos proporciona una perspectiva difícilmente alcanzable por otros métodos.
Hace poco leí en algún lugar que si la vida del planeta Tierra durase un año entero, nuestra Historia,desde que apareció el primer homínido, el australopitecus, duraría tan sólo un cuarto de hora. Es decir, el planeta se creó el 1 de enero y una persona que ahora tuviese 90 años hubiese nacido el 31 de diciembre a las 11 horas y 59 minutos. Me voy por las ramas, pero me parece interesante.
Dentro de la Historia me gusta más la Historia Antigua, o como mucho la Edad Media. Lo más reciente, con más tecnología, me parece más similar a nuestro mundo actual. Me fascina pensar como vivía la gente, con las mismas pasiones e inquietudes que tenemos hoy día, pero en un mundo arcaico.
Me gusta de Roma que fue un adelante a nivel de conocimientos, civilización, y derechos para el que quizá la humanidad no estuviese preparada. El Imperio Romano cayó a finales del siglo V y sobrevinieron 1000 años de Edad Media, un retraso a todos los niveles. Me gusta conocer cosas de la Antigua Roma porque es la base de nuestra civilización y de nuestras lenguas, y sus huellas han quedado diseminadas a lo largo de un inmenso territorio. Hubo un momento en que un salvaje britano pintado de azul estaba bajo la misma autoridad que un pescador nubio de la segunda catarata del Nilo, la autoridad de una ciudad de siete colinas llamada Roma. Ha habido grandes imperios en la humanidad, pero el romano es sin duda uno de los más grandes. Es la base de nuestra cultura, su duración se extiende a varios siglos, y su legado cultural a lo largo de milenios sigue siendo importantísimo.
Pese a todo, no es la época imperial la que más me interesa. Me gusta mucho más la época de la República. En ella no había una cabeza visible que tuviese el poder, sino que éste residía en el Senado y sus magistrados, siendo los de mayor relevancia los cónsules, dos por año. Casi todas las magistraturas tenían un año de duración, siendo elegidos dichos cargos mediante elecciones. No había sufragio universal ni mucho menos, y había muchas irregularidades en los procesos, pero el funcionamiento de la sociedad romana era admirable en un mundo inculto, analfabeto y dominado por tiranos.
Me gusta la Antigua Roma por la gran cantidad de genios que hubo en ella, de los cuales hemos podido llegar a saberlo casi todo. La estructura de la sociedad romana permitía el desarrollo del talento a todos los niveles, y en pocas épocas de la Historia han coincidido tantos grandes hombre como en la época tardorrepublicana. Cayo Mario, Sila, los hermanos Graco, Servilia, Julio César, Cicerón, Pompeyo Magno, Marco Antonio, Octavio, Agripa... Podemos conocer de principio a fin sus vidas, sus ambiciones y frustraciones, tan parecidos a nosotros pero en un mundo tan distante que resulta apasionante.

Era una sociedad en la que los hombres y mujeres se esforzaban por ser virtuosos, dignos, y servir a Roma, y llegaron a alcanzar la fuerza suficiente como para que grandes reyes se plegaran a las decisiones de un magistrado electo por un año en una ciudad del centro de la península itálica.
Bueno, el caso es que me gusta mucho, y quizá le dedique futuras entradas. Espero no haber sonado demasiado pedante o freak
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domingo, 24 de julio de 2011
¿Qué fue de Egipto, Japón, Libia...? Hipocresía
Sin duda en este 2011 está habiendo noticias de impacto, grandes cambios que pasarán a los libros de Historia. Uno de ellos es el tema de las protestas y revueltas en los estados islámicos.
Internet ha estado en boca de todos como catalizador de la revolución, proporcionando la posibilidad de la comunicación, expansión de las quejas del las revueltas, la organización de concentraciones y manifestaciones y como vía de contacto con "el mundo exterior". De esta manera muchos hemos seguido por twitter la actualidad de dichas revoluciones.

Internet ha estado en boca de todos como catalizador de la revolución, proporcionando la posibilidad de la comunicación, expansión de las quejas del las revueltas, la organización de concentraciones y manifestaciones y como vía de contacto con "el mundo exterior". De esta manera muchos hemos seguido por twitter la actualidad de dichas revoluciones.
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miércoles, 2 de febrero de 2011
Alejandro Magno y el valor de la amistad
Alejandro Magno es mi personajes histórico favorito. Aparte de ser uno de los grandes conquistadores y estrategas de la historia, un genio como general, lo que más me llega es su humanidad.
Era pasión, ambición, emoción, sensibilidad, inseguridad. Y sabemos por qué era así. Su madre, Olimpia, era paraoica y mística, y llenaba su cabeza de extrañas leyendas, como la de que Zeus en forma de serpiente se había metido en lecho, engendrando a Alejandro. Filipo, su marido, era un hombre de acción, alejado de lo esotérico, y le preocupaba que su hijo tuviera la cabeza en las nubes y que pasara demasiado tiempo entre mujeres. Tanto el uno como el otro trataban de atraer a Alejandro a su ámbito, despreciando el estilo de vida del otro.
Filipo no paraba de pinchar a su hijo, incluso en público. Deseaba que se rebelase, que mostrase carácter, y que fuera un hombre, digno hijo de padre. Alejandro aceptaba los retos y se imponía otros aun mayores, para demostrarle a Filipo de qué era capaz. Pero su madre siempre tuvo un lugar en su corazón y la defendió con uñas y dientes.
Su infancia le marcó toda su vida. Filipo desarrolló Macedonia y su ejército, convirtiéndolo en el estado más poderoso de la zona de influencia griega, y planificó la invasión de Asia. No llegó a comandar su ansiada expedición porque fue asesinado, habiendo rumores de que Olimpia estaba detrás del magnicidio.
Alejandro siempre quiso impresionarlo, salir de su sombra y brillar por encima de él. Quería honrarlo y superarlo a la vez, y esas ansias le llevaron a la India. Toda la vida amó y respetó a su madre, pero su carácter venenoso, propio de los ofidios con los que hacía extraños rituales hizo que nunca más volviera a verla desde que abandonó Macedonia a los 21 años.
La guerra fría entre sus padres hizo que Alejandro recibiera poco cariño de ellos, y que más bien fuera tratado como arma arrojadiza entre Filipo y Olimpia. Alejandro buscó amor, cariño y comprensión en sus amigos, y lo tuvo hasta el final.
Filipo ideó un sistema militar muy al estilo actual: soldados profesionales. No se hacían levas de soldados para campañas específicas, sino que uno era soldado como profesión. Además, tuvo la brillante idea de educar juntos a todos los hijos de la nobleza, para forjar lazos que fortalecerían el ejército y sus divisiones, así como la estructura del estado. Una idea que, a la postre, valió un imperio.
Alejandro compartió lecciones de lucha, de matemáticas, filosofía y literatura con niños nobles de su edad. Así conoció a Hefestión, amigo incondicional, posible amante, y quizá la persona a la que más quiso en su vida. Más adelante, Alejandro y un grupo reducido de jóvenes macedonios de alta cuna tuvieron un lujo de tener como tutor al gran Aristóteles, uno de los grandes filósofos de la Historia. Lo menciono más como curiosidad que como otra cosa, pues Aristóteles tuvo poca influencia en su espíritu. Alejandro distaba mucho de comulgar con ideas de gobierno como el de la ciudad-estado, y de términos medios si entendía algo nunca lo puso en práctica. Si aprendió botánica zoología y otras ciencias, pero el propio Aristóteles reconoció que poco le influyó al conocer de sus gestas en lugares tan remotos como la India. Además, Aristóteles consideraba la sociedad griega como la más valiosa, mientras que Alejandro adquirió una visión más universal de las diferentes culturas que conoció, sin discriminarlas y potenciando su unión.
Así, Alejandro llegó al final de su adolescencia con un grupo de amigos que le seguirían hasta los confines del mundo conocido. Hefestión, Crátero, Pérdicas, Seleuco, Tolomeo, Antígono, Peucestas, Lisímaco... Y también amigos y compañeros de la vieja guardia como Clito, Parmenio, y su hijo Filotas.
Sus soldados lo amaban, porque él los llamaba por su nombre, los repetaba, hablaba con ellos, siempre iba en vanguardia y se sometía a tantas o más penalidades que ellos. Pero amaban y seguían a Alejandro Magno, al genio que siempre los llevaba a la victoria, al que en el mundo oriental se le consideraba hijo de un dios. Sin embargo, sus amigos, sus generales, amaban a Alejandro, su compañero de toda la vida, amaban su persona. Su pasión, su entusiasmo, su confianza en sí mismo y en ellos fue lo que les llevó hasta el fin del mundo.
Porque realmente fueron hasta el fin del mundo. En el signo III a.C. los griegos tenían una concepción del mundo muy diferente a la nuestra. La mitología no era desdeñada como fábulas para enseñar, sino que muchos creían que de verdad existían. Alejandro y sus compañeros llegaron a cruzar las cordilleras donde se suponía que estaba Prometeo atado a una roca, esperando cada amanecer a que viniera el águila mandada por Zeus a comerse su hígado. Llegaron a la India, donde el mítico Heracles llegara en sus viajes y trabajos. Fueron más lejos que los Jasón y los argonautas, y el plan de Alejandro era llegar al extremo oriental del continente y volver navegando por el Nilo para salir al Mediterráneo.
Se dice que Alejandro recibió una vez por carta un aviso de que su médico era un traidor y podría envenenarle. Su médico era su amigo desde hacía muchos años, y no dudaba de él. Alejandro lo hizo llamar, y mientras le daba la carta para que la leyera, bebió de la copa que le traía el médico, su amigo. Tras apurar el brebaje le tranquilizó sonriendo: "Prefiero morir a desconfiar de mis amigos"
Hefestión fue el más importante de todos ellos. Cuando la reina madre de Persia se encontró ante Alejandro y sus compañeros, se postró ante Hefestión, pensando que aquél debía ser el rey de Macedonia. Alejandro, lejos de reprenderla le dijo: "No te equivocas, Hefestión también es Alejandro" Su muerte le enajenó. se volvió loco literalmente e incluso llegó a temerse por su vida. Cuando consiguieron rehabilitarle mínimamente, proyectó una tumba para Hefestión que rivalizaría con los grandes monumentos de la antigüedad.
Eso es lo que me sorprende y me fascina. La voluntad de un hombre, su inmensa voluntad y la lealtad de sus amigos y soldados derrotó un gran imperio, forjó uno nuevo, unió culturas y fue determinante en el devenir de la Historia futura. Y fue la amistad la que lo hizo posible.
Por el amor a su amigo, lo siguieron hasta el fin del mundo, donde la realidad se difuminaba y daba paso a tierras con extrañas criaturas y leyendas. Por lealtad no lo abandonaron nunca, incluso cuando todo parecía perdido. La amistad conquistó el mundo conocido en 13 años.
Nuestros amigos son lo máximo. La familia es importantísima, pero al fin y al cabo te viene impuesta. Los amigos que tienes forman parte de ti, son tu elección y la de ellos. No hay nada más grande que la lealtad a un amigo.
Hay pocos que duren toda una vida, o que en los momentos de verdad realmente están ahí. Pero quien los tiene, que piense que podría ir hasta el fin del mundo con ellos. Que le seguirían. Conquistarían cualquier peligro. Y llegarían juntos hasta el final.
Muchas veces pensamos que todo nos va mal, que estamos solos o que estamos muy jodidos. Pero si miramos más allá de nuestro marasmo, veremos amigos que nos tienden la mano y nos animan a seguir. A veces sin palabras, sólo con gestos o pequeños detalles. Pero están ahí. Yo lo sé. Y yo para ellos.
Así que ADELANTE.
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